La comunidad internacional contempla con preocupación las repercusiones negativas del cambio climático: el aumento de la temperatura global, la existencia de heladas o sequías, el deterioro en la calidad del suelo o del agua, etc. son efectos que afectan directamente a los cultivos de los productores, y que tienen consecuencias directas en la disponibilidad de alimentos y en los ingresos.
Es otra cara de la pobreza, donde también pesa la desigualdad. El riesgo del cambio climático afecta de forma más directa y drástica a la población rural en situación de pobreza, ya de por sí vulnerable. Es una realidad especialmente grave, pues son personas que no cuentan con la formación y con los recursos que serían necesarios para hacer frente a las inclemencias del tiempo y desastres naturales.
Como datos alarmantes, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, señala que la temperatura media mundial ha aumentado 0,85 grados centígrados entre 1880 y 2012. Esto significa que por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce un 5% aproximadamente. Se ha producido una reducción significativa en la producción de maíz, trigo y otros cultivos importantes, de 40 megatones (40.000 toneladas) anuales a nivel mundial entre 1981 y 2002 debido a un clima más cálido.
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